miércoles, 6 de octubre de 2010

QUE ME GUSTA UN PÁJARO Y UNA FLOR.

Antes de nada he de confesar que tengo el gusto de una señora mayor mezclado con el de la esposa de un magnate árabe. En mi caso, menos es más se cumple muy pocas veces.

                                                  Quiero este espejo.


La decoración de interiores, si tuviera dinero, sería una de mis pasiones. Como esas señoras forradas y ahogadas en un matrimonio de apariencia que canalizan su angustia redecorando cada año.
Por un salón así, mato!!!!

Hoy quiero escribir sobre el estilo chinoiserie, que es una vertiente del orientalismo que empezó a calar en Europa a finales del siglo XVII por el contacto colonial. Lo que comenzó como una pequeña imitación de porcelanas en juegos de té acabó por convertirse en salones e incluso pagodas calcadas de la tradición china, todo ello visto por las lentes europeas del rococó, total que acababas miope con tanta decoración.

Recuerdo que de pequeño estaba teniendo fin uno de esos coletazos orientalizantes que de vez en cuando recibimos en occidente: los abanicos gigantes para decorar paredes, serán todo lo horteras que queráis pero a mi me tenían fascinado, éstos y los pai-pai con esas garzas y esas flores. Recuerdo también que en la consulta de acupuntura a la que acudíamos estaba decorada con cuadros de seda bordados con pavos reales y peonías!!!!

Todo demasiado para una mente ávida de colores y fantasía como la mía. Desde entonces quedé fascinado con la cultura occidental, después se empezó a poner de moda, como por el 1998 o antes, el arte zen como consecuencia del minimalismo noventero (que no vuelva Dios mío!) y todo el mundo quería todo en blanco con ramas (¿?) por todas partes. Incluso, hoy en día, muchos heteros que quieren decorar su casa con estilo rescatan este estilo, porque para ellos se ha puesto de moda, pobres.
                    El pavo real es mi pájaro favorito y la peonía mi flor


La verdad es que me parece muy interesante que occidente, cada cierto tiempo, mire a oriente para buscar inspiración y viceversa. Pero mientras nosotros llevamos echando esa mirada desde el XVII, volvió a tener mucho auge a finales del XIX con exposiciones de pintura japonesa (sin fondos, sin perspectiva, con acuarelas muy sutiles) Oriente no empezara hasta finales del siglo XX, esas novias que se casan en el Retiro, a día de hoy, pero con vestidos de organza dorada que podían ser del 86 facilmente, ese pelo entre cardado y frito que lucen orgullosas, mientras nosotros nos gastamos dinerales en el alisado japonés. En uno de esos programas de "gentes por el mundo" podíamos ver a un montón de japonesas y chinas vestidas como en "armas de mujer" ésa es su imagen de occidente para el gran público oriental. Al final del día todo resulta muy enriquecedor para ambas culturas porque se nutren mutuamente, como le decía la madre de la Lomana a ésta "siempre es mejor sumar" cuanta razón.


Al final me ha quedado como un artículo de opinión!!!! Todo para explicar que cogimos unos elementos chinos y los convertimos en lo que nos dio la gana.

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