lunes, 13 de junio de 2011

LA MANO QUE CARDA EL FLEQUILLO

Siempre he detestado el mundo de los niños prodigio. No hay cosa peor que obligar a un niño a hacer cosas de adulto especialmente si están relacionadas con el mundo del espectáculo, por contra estoy súper a favor de disfrazar a los perros y a los monos de las más inverosímiles cosas, como por ejemplo de folclórica.

 Volviendo al tema, me parece ridículo y humillante para los niños y por otro lado es bochornoso de ver, bastante pesados son los niños, en general, como para encima darles un motivo para que lo sean más.


Todo esto viene a colación del tema de los Kid Pageants o desfile de niños. Quería hablar de este tema hace tiempo, siempre me ha parecido traumático, tanto para los niños como para los espectadores, creo que es totalmente insano. Hace un tiempo vi un capitulo del extinto semi-reality show de kathy Griffin, en el que tenía que ser jurado de uno de esos desfiles, como es costumbre en la pelirroja aprovechó la ocasión para reírse un poco de la organización como sólo ella sabe puesto que, como es natural, le parece una aberración. Poco tiempo después y tras muchas recomendaciones vi Pequeña Miss Sunshine (me esperaba más al verdad) y surgió la idea de hacer un hablar un poco sobre este tema. 



Si bien la película no me entusiasmo, dado que tenía puesta en ellas altas expectativas, sí me gusta como retrata ese mundo. No es una madre obsesionada porque su hija gane, sino una niña con un sueño y la unidad de la familia, por otro lado bastante cuadro, para que lo pueda conseguir.


No dudo de que existan niñas cuyo mayor sueño sea que les hagan un blanqueamiento dental con cinco años, les pongan rulos en las extensiones y las maquillen como a Pamela Anderson pero de lo que estoy seguro es de que son una minoría. La mayor parte son un niñas que están cumpliendo un sueño ajeno y prestado de madres obesas cuyos maridos hace mucho que nos las tocan. madres que ponen todo su empeño en que sus hijas ganen aquello que ellas nunca han tenido o han perdido: popularidad, atractivo , reconocimiento y el efímero pero tremendo poder que da la belleza exterior; buscan el trofeo de que son mejores en algo, da igual sacrificar la infancia de sus propias hijas para conseguirlo si después van a poder pavonearse después de ese triunfo ante amistades y familiares en todo tipo de reuniones sociales. Son madre que viven a través de sus hijos. Algunas llegan a inyectar bótox a sus propias hijas...



Los concursos de belleza infantiles surgieron en los sesenta, debido al éxito, principalmente económico de los de adultos. Desde entonces han ido creciendo y creciendo. Se componen de diferentes disciplinas en las que los participantes tienen que competir: traje de baño, de noche, sport, baile y talento, entre otras como aspecto, pose, perfección y confianza.

Los niños , por obligación y ley, deben tener una educación, por lo que los concursos se celebran en fin de semana, lo que no se cuenta es con las horas de preparación y entrenamiento que llevan detrás. Por supuesto esto es una cuestión que también se da en los deportes, especialmente si tiene intención de dedicarse a ello en alta competición: gimnasia rítmica, artística, ballet... Por no hablar de la música y las niñas que tocan el piano con cinco años, pero eso es otra cuestión y son disciplinas, no nos engañemos, con otro calado, otro trasfondo y otra motivación...



No podemos olvidar que los concursos de belleza es uno de los negocios con mejor proyección, generando unos ingresos de cinco billones de dólares. Los premios son diferentes dependiendo del alcance del concurso: radios, bicicletas, premios en metálico, trofeos y diademas son algunos ejemplos. Existe una tarifa para entrar en el concurso que puede incluí el pago de la propia entrada, alquileres, premios, costes administrativos y de la empresa. Otros gastos son el maquillaje y peluquería, vestuario, transporte, alojamiento, comida....


El coste general en un concurso puede ir desde los 655 dólares que incluyen el vestido de noche la ropa casual y la de baile. El precio general no incluye desplazamiento, alojamiento y comida lo que puede subir el gasto cientos de dólares. De acuerdo con varias madres de la artista participar en uno de los principales concursos puede suponer un desembolso desde los 1500 hasta los 12.000 dólares.
Las madres de las niñas aseguran que merece la pena  el esfuerzo ya que infunde felicidad, seguridad delante de la gente, confianza, orgullo y satisfacción por los logros.

Todos estos y muchos más son los motivos que la madres utilizan para justificar la entrada de sus hijas en este tipo de concurso junto con la excusa de que ellas querían, pero ¿sabe realmente una niña de 6 años lo que es mejor para ella? Quiere una niña enfrentarse a tener que verse de una determinada manera, tener un cierto peso, tener rizos del diámetro de una cabeza y los dientes de una blancura nuclear? huelga decir que muchas de ellas desarrollarán trastornos alimenticios.


L alista de justificaciones es interminable al parecer las madres de un estrato social y educación inferior apuntan a sus hijas porque quieren que su hija tenga presente que va a haber alguien mejor que ella. Es una lección dura que hay que aprender y mejor cuanto más pronto. Por otro lado las madres de una educación y estatus social más levado alegan que la competición es necesaria para conseguir el éxito.


En conclusión estamos hablando de algo que puede ser un juego para las niñas pero que tiene un doble filo, llevadas por malas manos, incluso las de sus propios padres Probablemente en algunos casos sea una buena experiencia y pueda reafirmar la autoestima de la participante pero ¿es necesario que sea de esta manera?