sábado, 23 de octubre de 2010

SILENCE MAY BE AS VARIOUSLY SHADED AS A SPEECH

Algo que me encanta y, en parte tengo una relación amor-odio, es la lectura.
Desde pequeño siempre quise tener cultura y sabia que gran parte de ella vendría por la lectura. El problema era que no encontraba nunca tiempo (que me sobraba) o el tema que me interesase, por lo que las lecturas nunca fueron adecuadas. Recuerdo que una vez me cogí en la biblioteca "los miserables" y se quedo sin leer, obviamente. Un problema que siempre he tenido y que en la lectura no he encontrado la excepción, es que tiendo a abarcar más de lo que puedo, una veces sale bien otras no. La cuestión es que yo ya me sentía atraído por los grandes dramas y temas pero todavía no estaba preparado para leerlos, por lo que no tuve una primera adolescencia a lo Rory Gilmore, si no que fue más tarde cuando me pude acercar a estos géneros sin problemas (nunca quise leer ni Tom Sawyer ni La isla del tesoro ni nada por el estilo, ¿quién quería aventuras?, yo deseaba intrigas y confabulaciones, con un punto de amores imposibles y prohibidos).
Pues bien, después de leer mucho, aunque no tanto como quisiera, el año pasado descubrí mi escritora fetiche: Edith Wharton. Hasta ese momento había sido Galdós. He de comentar que, casi, lo único que leo son novelas entre el Romanticismo y mediados del siglo XX, pero principalmente del periodo Realista.

Empecé, creo, con una recopilación de relatos cortos que contenía La carta, La solterona (retratada en el cine por Bette Davis) y otro que me encantó Fiebre romana y alguna otra. Desde el primer momento me cautivó el ritmo y especialmente los diálogos, nunca he leído ningún diálogo (fuera del teatro) que fuera tan real, que enseñara tanto y que, a la vez, escondiera tanto.
Después de "la carta" he leído varias novelas y tengo como objetivo leerme todas sus novelas, aunque de "Un hijo en el frente" no creo que sea muy fan.
La biografía de Edith Wharton (1862-1937) no está jalonada de duros comienzos, trágicas situaciones o adicciones. Nació en el seno de una acomodada familia neoyorquina, recibió una esmerada educación y a los 23 años se casó, divorciándose años después debido a las reiteradas infidelidades de su marido, con hombres y mujeres. No volvió a casarse Edith que, al contrario que a sus personajes, no se dio otra oportunidad.
Pronto empezó a escribir y a tener éxito. Su estilo narrativo, sin grandes acciones, lleno de ironía, gustó por lo descriptivo que tenía de una sociedad, la neoyorquina, anclada en costumbres y rituales arcaicos donde nada era lo que parecía y que estaba oculta para la mayoría del mundo. Los retratos de personajes y costumbres que nos ofrece son feroces, mediante una crítica velada y constante, por parte de los personajes, bien mediante sus pensamientos o sus palabras y acciones, nunca en primera persona.
A lo largo de los años desarrolló una gran afición por el continente europeo y espacialmente Francia, donde vivió gran parte de su vida y donde está enterrada. Durante la Primera Guerra Mundial, gracias a sus contactos, consiguió un permiso especial para viajar por las lineas del frente, de lo que salió un libro retratando sus experiencias: Fighting France: From Dunkerke to Belfort. En el tiempo que permaneció en Europa se codeo con la élite intelectual del momento, como Henry james o Jean Cocteau.

De los libros que leído de ella , sobresale La edad de la inocencia. Nos muestra un choque entre la cultura europea y la neoyorquina brutal para los personajes protagonistas, que se ven envueltos en la etiquetas  y reglas sociales, asfixiando sus deseos, incluso hasta el último momento del libro donde todos estos tabúes ya estaban rotos pero la educación recibida pesaba más.

Fiebre romana, es una pequeña joya, que podría haber alargado hasta convertirla en novela, pero quizás el encanto, también, reside en su brevedad. Un exacto retrato que muestra lo poco que, en ocasiones, conocemos a nuestros propios amigos.

Las costumbres del país, es un básico. Su protagonistas, Ondine, carece de todo tipo de moral y nada la detiene para conseguir lo que cree querer. Arquetípico personaje de la literatura, amoral, que se guía por lo que está de moda y rápidamente lo desecha cuando encuentra algo mejor. Pasa por toda la novela persiguiendo una idea de elegancia equivocada, basada en el poder económico y la diversión, incluso en último termino cuando parece que todo se han vuelto rosas para ella, no termina de estar convencida y el libro finaliza con una de los mejores pensamientos/descripciones que alguna vez he leído.
Estos tres son los relatos/novelas que más me han gustado pero estoy seguro que habrá más. No son sólo las descripciones psicológicas fluidas, ácidas y certeras de los personajes y situaciones si no el ritmo de la  narración y la maravilla de diálogos los que han hecho que me caiga rendido a esta mujer.

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