domingo, 27 de marzo de 2011

ROMPIERON EL MOLDE

Como muchos apuntan es el final de una era. Con la pérdida de Elizabeth Taylor, se acaba una manera de entender el cine y el estrellato que no volverá. Taylor fue de las primeras cuya vida personal corrió paralela a su vida profesional sin llegar nunca a eclipsar a esta última, al contrario de lo que pasa hoy en día. 

Sólo quedan Lauren Bacall, Olivia de Havilland y Shirley Maclaine como testigos de un Hollywood dorado, donde se escondía más de lo que se dejaba ver, un mundo cubierto por velos, misterio y oropel; un mundo fuera de lo normal, en el que no veíamos a las estrellas ir a por su café a Starbucks o con unas Ugg y una coleta alta. Las estrellas están hechas para que soñemos con ellas, por eso están lejos e inalcanzables y no son humanas. No las quiero ver sin maquillar o sin bragas, me da igual la realidad, ganan lo suficiente como para crearse otra realidad.

Realmente creo que Elizabeth es mi primer recuerdo de las grandes, fue hace tanto que no puedo especificar el momento o la situación: alguna película, un recorte de prensa, una anuncio... No puedo recordarlo pero sé que fue la primera, casi paralelamente vino Vivien Leigh y poco después Bette Davis.
Elizabeth reunía todos los elementos para triunfar: belleza y talento, pero éso lo poseen muchas y hace falta algo más para convertirse en algo tan grande y no se compre, vende o aprende y ni siquiera tiene palabra, llámalo como quieras: gracia, encanto, charm,  carisma, je ne sais quoi .... Ella lo tenía. Vivió intensamente, lo que todos quisiéramos hacer, trabajó mucho, tuvo todos los hombres que quiso y el éxito profesional y como guinda se convirtió, tras la muerte de su amigo Rock Hudson, en una imbatible luchadora en la causa del VIH/sida, cuando nadie lo hacia.

Su magnetismo  en pantalla era incomparable y lo que es más difícil: natural. Poco tuvieron que pulir en Hollywood de ella, sólo hay que ver sus fotos en sus primeras películas para notar que todo el trabajo había sido de la Naturaleza, ni tintes, ni operaciones, ni depilaciones hicieron falta, todo estaba allí. A pesar de ser  de una fuerza arrasadora y superlativa su belleza era natural, al igual que su pose, no necesitó de manierismos o actitudes coquetas o sensuales, su sola presencia era suficiente, llenaba toda la pantalla.

Capítulo aparte merece su talento como actriz, no fue la mejor actriz de la época pero sí de las mejores. Su especialidad fueron los papeles de mujeres fuertes, algo histéricas y excéntricas que por una razón u otra no parecían estar en la situación que debieran y se pasan la película intentado escapar de ella, como una fiera encerrada, como mucha llama para tan poca mecha, como mucha mujer para tan poco hombre...
Si bien en un principio sus papeles  iban encaminados a niñas bien, un poco caprichosas, supo encauzar su carrera por territorios más experimentales y se adentró en las obras de Tennessee Williams, "La gata sobre el tejado de zinc", "La mujer maldita", "De repente el último verano" o "Dulce pájaro de juventud" son algunos de los ejemplos en los que se nos presenta como una mujer fuerte pero atormentada por distintos motivos: situaciones traumáticas, pérdida de la belleza... Este tipo de papel se repitió mucho en su filmografía: "Cleopatra", "La mujer indomable", "Reflejos en ojo dorado", "Una mujer marcada", "Quién teme a Virginia Woolf?", por las que obtuvo sus dos premios de la Academia. Poco a poco sus papeles fueron menguando, mientras ella iba ensanchando, probó suerte en el teatro con algunas obras, aunque la críticas no fueron demasiado buenas, comparaban su voz con la de una pescadera de Brooklyn. Finalmente se entregó a la causa del Sida y nos regaló algunas últimas actuaciones para la gran pantalla con "Los Picapedra"y con "These old broads" para la televisión, en 2001.
Es innecesario reiterar sus éxitos, fracasos y problemas. Todos sabemos que fue la primera actriz en ganar un millón de dólares (por "Cleopatra"), que se casó ocho veces, su pasión desmesurada por las joyas, sus problemas con el alcoholismo y las pastillas... Todo lo que hizo  que su estrella brillara más que las otras, lo que probablemente causó no pocas envidias. Bette Davis o Joan Crawford fueron duras en sus comentarios respecto a Elizabeth para más tarde disculparse y retirarlos.

El poder que pueden ejercer en un niño pequeño mujeres de este calibre es inimaginable, al menos en mi caso, aprendes a ver la belleza de otra manera, a las actrices, el glamour, incluso aunque no entiendas del todo los argumentos, te cambia el prisma a través del que ves la vida, te da una base y un punto de apoyo sobre el que comparar el resto de las cosas y la realidad, que normalmente sale perdiendo, de manera que te tienes que crear otra, para que tu fantasía encaje en ella.

Tantas cosas que contar y tan poco tiempo que se le va a dedicar, la fiebre por la Taylor llevará a editar biografías, sacar ala venta merchandising y packs de dvd's, se reemitirán sus películas y se cerrará el capítulo de la última y más brillante estrella.

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