domingo, 3 de abril de 2011

DÍMELO CON FLORES.

No hay cosa que más me guste en el mundo que las flores. Si tuviera dinero y espacio llenaría cada rincón con ramos de todos los colores, como la casa de Pamela Anderson que, contrariamente, a lo que hubiese pensado de ella tiene ciertos elementos de buen gusto.
No es algo que coja de sorpresa, sólo hay que ver el fondo del blog. Las flores me han fascinado desde pequeño, especialmente las de colores rojizos/rosáceos. Recuerdo cuando iba con mi hermana de pequeño al Alcampo de mi barrio (exactamente igual que hoy en día) y siempre comprábamos macetas con multitud de flores que al poco tiempo se marchitaban y morían, nunca supimos realmente cómo cuidarlas y que floreciesen fuertes. Siempre me ha pasado una cosa, me gustan muchas cosas, muchas disciplinas y de muy variados temas pero en gran parte de los casos no sé como conducir esas aficiones y acaban en anda, cosa que me crea una gran frustración. Recuerdo que de pequeño, donde empiezan todas las frustraciones, me encantaba ir a la biblioteca y ver libros de manualidades donde contaban como hacer una jardinera con los envases de yogur o una caseta de pájaros con palos de polo... Pero mi favorito era el de manualidades navideñas, todavía recuerdo la portada, había de toso tipo para el árbol, para la mesa de Navidad, para la ropa de los niños, cómo me hubiese gustado poder hacer algo. Pero como siempre me ha pasado eran empresas demasiado grandes para tan pocos medios... 

Total que lo mismo me pasaba con las flores yo quería parterres, macizos de flores, salvajes jardines ingleses, milimétricos jardines franceses y un puente rojo de jardín japonés pero sólo tenía cuatro malas macetas.


A día de hoy sigo con cuatro malas macetas pero con floridos contenidos, hortensias, ranúnculos, dragonias , un jazmín y mataría por tener una maceta con peonías, pero dime dónde la meto. 

En fin que intento que las flores me rodeen lo más posible, en mi terraza, en mi boli de Harrod's, en los centros de mesa, en las tazas, en la ropa y en la comida.

Uno de los mayores placeres y facilidades de internet es la facilidad con la que puedes encontrar cosas y es una fuente inagotable de imágenes de flores, jardines y paisajes y otra de mis obsesiones: las pinturas de puestos de flores, especialmente de finales del XIX y principios del XX.


Cuando estas Navidades me regalé el libro "My passion for design" de la Streisand me quedé prendado de sus jardín, de sus flores y de la exquisitez de las gamas cromáticas. Asegura odiar esos ramos con flores multicolores que tanto se ven y que tan chabacanos son, prefiere las composiciones de un solo color pero en infinidad de tonalidades. Llega a tanto su obsesión que hace que las flores del interior y exterior más cercano a la zona combinen con la decoración de las habitaciones. Si os gusta la decoración y ver el proceso de construcción de una casa, con todos sus pequeños detalles y problemas, no dejéis echar un vistazo al libro, es un gusto ver el cuidado y la dedicación con el que ha elegido cada picaporte, cada losa del sendero y las razones que te da para ello.
No sé si ya lo había comentado en algún otro post pero mis favoritas son las peonías, las hortensias y las rosas, claro, especialmente las de té con esos colores nude tan delicados. Me encantan las flores en colores rosáceos, rojizos y azules. Hay una gitana en Alonso Martínez que siempre me intenta vender flores, porque yo siempre me quedo mirándolas y me quedo con ganas de decirle: pero si primero me tengo que comprar el jarrón, que se nos rompió uno que teníamos y siempre me olvido de comprar otro.
No sé bien a qué se debe esta atracción por ellas, quizá porque están ligadas a un fuerte simbolismo social y espiritual y siempre han tenido una gran significancia y significado, de hecho están adaptadas y evolucionadas para atraer y reclamar a otras especies para ser polinizadas (no se diferencian mucho de nosotros, ¿verdad?)a través del color de sus pétalos y su perfume. Quizá es porque se ha demostrado que son un poderoso inductor de emociones positivas en nuestra especie. O quizá, simplemente, es porque son bonitas.

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