domingo, 20 de marzo de 2011

CON SÓLO UNA MIRADA, CON SÓLO UNA PALABRA

Estaba planteándome si ir a ver la exposición "Heroínas" del Thyssen cuando ayer encontré un reportaje sobre la misma y he decidio que sí, tengo que verla. Las reticencias partían de que, en muchas ocasiones, las exposiciones del Thyssen no me matan, demasiado conceptuales y modernas, con videos y demás que francamente no me gustan. Lo sé suena a anciana retrograda pero no me gusta el arte contemporaneo.
El cambio de opinión vino cuando descubrí que contaba con el cuadro de Waterhouse "Santa Eulalia"  y necesito volver a verlo. Siempre me ha encantado este pintor pero no conocía este en particular, lo descubrí hace dos años en una retropectiva de su trabajo en la Royal Academy de Londres y su pelo rojo, como sangre derramada, sobre la blanca nieve: sobrecogedor.


 He visto muchas pinturas a lo largo de mi vida y no soy capaz de recordar una gran parte , sin embargo, hay algo en algunos cuadros, estoy seguro de que os pasa, que os llama la atención y ya no sois capaces de olvidarlos. Muy pocos cuadros tienen ese efecto. Recuerdo que fue en el Prado la primera vez que experimenté el shock del Arte, no fue con las "Meninas" ni con las "Lanzas", fue con un cuadro no especialmente importante que se encuentra enfrente de los ascensores la primera planta, me llamó la atención primeramente el tamaño, ocupa la pared por completo, y depués la multiplicidad de acciones y personajes que rodean la acción principal, se trata de "La degollación de San Juán Bautista" de Bartholomäus Strobel. Siempre me han gustado las cosas abigarradas y con  superavit de información y éste es el ejemplo perfecto. Tiene todo tipo de lecturas y a día de hoy todavía no se sabe exactamente quiénes son todos los personajes que habitan la pintura.
Es curioso porque esa sensación va más allá de gustos o preferencias, son sensaciones y como las tarjetas de créditos: intransferibles. Mi hermana siempre ha sentido debilidad por "el columpio" de Fragonard, le transmite la frívola ostentación del Rococó; mientras que a mí, a pesar de encantarme y amar el Rococó no se encuentra entre mis cuadros favoritos o que me marquen al verlos, tampoco lo he visto en directo, de todos modos.
Un pintura que no puedo dejar de visitar siempre que vuelvo al Prado es la "Juana la Loca" (de vez en cuando) de Francisco Pradillo, su mirada sobre el féretro de Felipe es hipnotizante, te dice lo que piensa, lo que siente, lo que ha visto y lo que le queda por ver; la postura, con los brazos caídos y la cabeza gacha, todo el cortejo detrás de ella, se transforma en un cúmulo de sensaciones incalculables para el espectador. Si te paras a pensarlo sólo es pintura, blanco, con negro, con gris, con marrón, con barnices... algo totalmente material que se transforma en algo mucho más elevado mediante la mano de un artista. Eso es talento.
No voy a enumerar todos los cuadros con los que quye me ha corrido un escalofrío por la espalda, puesto que son muchos, aunque no demasiados, y he querido utlizar un par de ejemplos, los primeros que me han venido a la memoria y a colación de la nueva exposición de Tita porque simplemente quería hacer notar la grandeza del arte y la complejidad de sensaciones que puede causarnos su contemplación, más allá de qué bonito, o me gusta o no me gusta; puede ser una mirada, un gesto, un contraste de colores o un paisaje que se extiende tras una ventana, algo que te dice que hay más, que hay mucho más.

1 comentario:

  1. Para mi la pintura tambien es muy grande asi que este post....sin palabras¡ya me diras si te gusta la exposicion'

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